Mi niñez la pasé vagabundeando por el campo.

Y allí estaba ELLA.

Sin saberlo de forma consciente, ELLA me impregnaba, me consolaba, me revitalizaba, era el abrazo de la madre siempre disponible.

Fui a un colegio de monjas, donde la misa diaria, los cantos gregorianos de las monjas, los artesonados de madera y el olor a cera, flores, velas… despertaron en mí la mística que llevaba dentro, me embelesaba con esos aromas de eternidad.

El mes de mayo dedicado a María, cientos de flores blancas, nuestros velos y guantes blancos, las ofrendas de flores diarias…

…Ahí estaba ELLA, distorsionada de sus orígenes, pero ahí estaba.

Toda la puesta en escena me llevaba a un lugar profundo y lejano.

Nunca presté atención a los pecados, los mandamientos, los dogmas, al rito de la confesión que era la misma cantinela… ELLA me hablaba más allá de las formas, calmaba mi angustia de no encajar, de no pertenecer.

No sé si sería por toda esta inspiración, que uno de mis juegos favoritos era hacer altares con ladrillos que ponía escalonados, los cubría con telas blancas y los llenaba de flores recogidas en el campo.

Allí estaba ELLA y era para ELLA que los creaba.

Llegó la adolescencia, los 20…

A los veinte y pocos daba clase de yoga a un grupo de mujeres en un pueblo de la sierra, hicimos yoga en los sitios más inconfortables para la práctica, un salón polvoriento de un teatro cerrado hacía tiempo, los vestuarios de un campo de fútbol, una sala a bajo cero en invierno, sin calefacción, y allí estaba ELLA, en la paciencia, la fuerza, la perseverancia, el coraje, las ganas de conectarse a lo profundo, la alegría de compartir juntas…

Las mujeres llegaron a manifestarse frente al Ayuntamiento para conseguir un espacio digno para la práctica y lo consiguieron.

Ellas fueron mi primer círculo de mujeres valientes.

Allá por mis 30 viajaba a India una vez al año para celebrar el Navaratri, una festividad dedicada a ELLA, que acontece en primavera y otoño en toda la India.

Durante 9 días se celebra y honra un aspecto diferente del eterno femenino de la Diosa, ofrendas, perfumes, flores, mantras, ceremonias de fuego me impregnaban día y noche.

La conocí con el nombre de Durga Saraswati y otros muchos, pero fue en su aspecto fiero iniciador, la oscura Kali, que me desveló la profundidad de mi femenino, me mostró la muerte necesaria para avivar el amor y la vida.

En aquel entonces, a mis 34, su voz se hizo presente en mí; me decía: “tu mujer está seca, se rompe”; se hizo presente en mis sueños vívidos, en mis visiones me ofrecía símbolos, imágenes incomprensibles en ese momento, me visitaba la imponente serpiente en mis respiraciones…

Me dejaba penetrar por ese espíritu creador.

Una amiga me trajo el famoso libro “las mujeres que corren con los lobos” en inglés, no existía en español; fue mi libro de cabecera por mucho tiempo aunque no podía entenderlo en su totalidad.

Se fue creando una amistad invisible entre su autora, Pikola Estes, y yo.

Hilos de sabiduría femenina se tejían, me llegaban e inspiraban.

La misma amiga me regaló varios libros de la antropóloga, Maria Gimbutas, y para mi sorpresa, allí estaban esas imágenes y símbolos que yo veía.

¡WOW! Las Diosas del Paleolítico. Allí estaba ELLA.

Pero fue en Grecia, tierra de Diosas, que como acto simbólico tiré la llave de la habitación del hotel a la papelera del aeropuerto, de vuelta a Madrid.

Esa llave representaba mi masculino herido, la búsqueda de reconocimiento masculino, la valoración del hacer, el éxito a toda costa, el abandono de mi femineidad en busca de esos estereotipos que en nuestra cultura están sobrevalorados y que la cultura patriarcal se ha encargado de transmitir con tesón.

Empezó mi viaje heroico y apareció ese libro traducido al español, “Ser mujer, un viaje heroico”, que me hizo vivirlo en mis carnes, destilarlo en el silencio.

Allí estaba ELLA.

Enseguida supe que ELLA acudía a mi llamada enseñándome qué era lo femenino; me quedaba en silencio, receptiva… “cuéntame quién soy como mujer, quién es la oscura kali en mí, qué necesitamos oír las mujeres, qué quieres que sea transmitido”.

Entendí qué es ser portadoras y el significado profundo de la sabiduría de lo femenino; entendí que se transmite desde un tejido invisible, si eres capaz de usar tu don, de recibir y preparar amorosamente tu receptáculo femenino.

Seguí sus pasos en el sur de Francia, hice la ruta de las vírgenes negras, me adentré en los misterios Cátaros, en los bosques, nacimientos de agua, cuevas, descubrí el pequeño pueblo Rennes le Chateau y sí, allí estaba ELLA bajo el nombre de María Magdalena, por aquel entonces bastante desconocida.

Encontré sus huellas muy vivas en Glastonbury, allí nunca dejó de estar visible ELLA.

He vivido y vivo bellas aventuras del alma-corazón rastreando su voz, sus pasos, sus huellas.

Todavía puedo paladear los años de profunda exploración del principio femenino en mí, sin dejar de lado el principio masculino, al que puse a sanar y a ocupar su lugar de equilibrio.

Qué riqueza creativa toda la exploración, investigación, puesta en práctica de lo femenino, agradezco haberme dedicado todo el tiempo que fue necesario.

Hubo momentos intensos de dolor y lágrimas al sentir en mi cuerpo el cuerpo de la tierra, el de las mujeres, el de los hombres, las heridas infligidas por un sistema que no tiene en cuenta el principio femenino del cuidado de la vida, la ciclicidad, la muerte necesaria para renacer y tantos matices que hacen que vivamos en una sociedad coja, enferma, dual…

Sí, ELLA se expresó con la creación de un taller al que volqué toda mi esencia durante 25 años, “Viviendo la Mujer que Soy” y ahora, en este momento vital por el que transito, alza su voz con fuerza en la creación del “Club de las Artes del Mujerío”, un espacio virtual para las mujeres, en el que nutrirnos y dejarnos inspirar por el eterno femenino y su tremenda creatividad.

ELLA aprovecha la divina cotidianidad para dejarte su amor.

Amor para ti.

Carmen Enguita

He creado un espacio virtual para las mujeres, en el que invocar lo femenino, liberar tabúes, desvelar sabiduría y encarnar conocimiento:

El Club de las Artes del Mujerío

Un espacio que nos devuelve al origen de nosotras mismas, una Gran Tribu de mujeres que recorren en profundidad cada una de las energías que nos habitan para conectar con nuestro femenino profundo.

Actualmente, las puertas del Club están cerradas, pero puedes registrarte en Lista de Espera y te avisaré cuando el Club vuelva a abrir sus puertas.

Este sitio web utiliza cookies tanto propias y de terceros para analizar sus navegación y ofrecerle un servicio más personalizado y publicidad acorde a sus intereses. Continuar navegando implica la aceptación de nuestra Política de Cookies. más información

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar