Hemos sido muy descuidados con la naturaleza, con otros seres humanos, con nosotros mismos e incluso con Dios. 

Nos hemos metido en un callejón sin salida.

Somos una civilización que solo sabe dirimir los conflictos con la violencia de las armas, que reprime a las minorías, a los débiles, que explota la naturaleza y destruye el medio ambiente. 

¿Dónde está el origen que nos ha llevado a un fracaso tan estrepitoso?

La humanidad, en algún momento, decidió elevar a un Dios patriarcal por encima de cualquier otro tipo de concepción de Dios. 

Una decisión de la que nuestra civilización debe responsabilizarse.

Hemos proscrito a La Sabiduría (la parte femenina de Dios), en favor solo del Conocimiento (la parte masculina de Dios) y comprobamos ahora, con horror, que nuestra existencia fracasa.

Hoy se hace necesario escuchar la llamada de la Sabiduría, que es mucho más que conocimiento, es el conocimiento éticamente responsable

Queramos verlo o no, existe una clara y dolorosa relación entre una religión patriarcal y una sociedad violenta.

¿Cómo ha podido ocurrir que toda una cultura se haya distanciado de la Sabiduría? ¿Dónde quedó el lado femenino de Dios?

Nuestro concepto de divinidad es solamente masculino. 

Se nos ha mostrado un Dios con forma de persona. Y si Dios es una persona, la mente humana sólo puede comprenderla en términos de masculino o femenino. 

Cualquier otra interpretación se convierte en una abstracción teológica que el ser humano no puede comprender con el corazón o con el alma. 

La concepción y la imagen que la humanidad tiene sobre Dios precisan de una transformación, porque tiene una relación directa con la minusvaloración de lo femenino en nuestra cultura (no hablo de lo femenino como género, sino de lo femenino como cualidad).

Y esto es muy importante porque:

Si este concepto de Dios no se transforma, no puede cambiar nada (así lo han demostrado tantas revoluciones a lo largo de la historia), ya que ningún cambio paradigmático social, económico o ecológico surtirá efecto, si no se produce también uno teológico.

Es preciso crear una nueva forma de sentir y de pensar, una nueva manera de estar en el mundo y una nueva manera de concebir a Dios. 

Solo un cambio de esta magnitud podrá erradicar, entre otras muchas cosas, la antiquísima lucha de sexos.

Sophía, la parte femenina de Dios, la divina sabiduría

En nuestra cultura, lo femenino nunca estuvo en el mismo rango que lo masculino y las mujeres no hemos sido arropadas por una imagen espiritual del mismo valor que el principio masculino.

Siempre hemos oído la palabra Dios, pero hasta hace poco no hemos oído la palabra Diosa.

Sin embargo, existió y el Génesis la nombra, era Sophía, la parte femenina de Dios en nuestra cultura, la que traía la sabiduría a la tierra y que poco a poco fue desapareciendo del lenguaje común.

La Gran Diosa, venerada por todos los pueblos de la Antigüedad bajo distintos nombres.

En el Antiguo Testamento, Yahvé aparece en compañía de una figura femenina, la Sabiduría, que existía antes de cualquier criatura.

Sophía satisfizo durante siglos la necesidad que el alma tiene del aspecto femenino de Dios.

Lo femenino en Dios ha estado presente en todas las culturas y se ha conservado sin interrupción hasta nuestros días, bajo multitud de nombres y de distintas formas.

En el Antiguo Testamento se la despojó de todo elemento ritual para evitar cualquier similitud con lo pagano, pero logró conservar las más bellas peculiaridades de la Diosa, su sabiduría y su amor por los seres humanos.

Ya no fue más la Diosa de la Antigüedad, porque cedió su fuerza creadora a Yahvé, pero siguió estando ahí y su divinidad ha sido captada por el profundo instinto del alma humana que anhela llegar al ser-completo.

Aunque se pueda reprimir o combatir a los dioses, no se les puede eliminar sin dejar rastro. No es posible.

Hoy son muchas las mujeres que exploran la Diosa, sobre todo desde la cultura griega, aunque la cultura griega ya está bastante alejada de lo que es el origen de lo femenino. Muestra a las Diosas con formas muy humanas y suelen venir del esperma de algún Dios, pertenecer a un Zeus… 

En nuestra cultura religiosa hay una figura femenina, es verdad, pero es una figura que es Madre y que solo se nos ha mostrado como Madre, siempre hay una relación de una madre y un hijo.

Sophía ahí no está equiparada.

Y eso tiene una carga en las mujeres, muy profunda.

A María, se la ha mostrado como “virgen envidiada”, como “doncella inmaculada” y, aunque hermosa y consoladora, hoy las mujeres no pueden identificarse con esa sumisa obediencia de María que durante tanto tiempo se les ha exigido y tampoco pueden hacerlo con su cuerpo celestial.

¿Cómo vamos a identificarnos si ni siquiera nos dejaron sentir en ella la huella femenina de una nueva maternidad? El parto nunca ha estado presente ahí, no aparece en la venida al mundo.

Y esto es una gravísima distorsión. 

Todo esto lo hemos chupado en el inconsciente, hombres y mujeres, y ahora vivimos desencarnados de esa fuerza de lo femenino en la Creación.

¿Dónde quedó esa Energía Creadora femenina? porque esos han sido nuestros orígenes y hoy necesitamos redefinirlos, darles una vuelta, nombrarlos de otra manera, crear otros que nos convengan porque estos seguramente no nos convienen.

El principio femenino y el principio masculino son uno

En la Creación, en la naturaleza misma, hay siempre 2 principios, el principio masculino y el principio femenino. Son 2 emanaciones, 2 movimientos que se dan en todo constantemente, en nuestra propia respiración (inhalo-exhalo)…

En un principio está el otro. Siempre van juntos, el juego de las polaridades. No pueden estar separados y cuando me voy mucho a uno, distorsiono el otro porque están naturalmente unidos. 

Eso es justamente lo que nos ocurre como humanidad.

Vivimos escorados hacia lo masculino (el ir en busca de lo que se quiere, el hacer, el lograr…), deberíamos ponerlo a sanar y acoger para equilibrar el principio femenino en nuestras vidas. 

El principio femenino es la vida, vive con gozo, con ciclicidad, con fluidez, es el que sostiene, nutre, acompaña, protege…  lo femenino siempre va a encontrar algo que apoye la vida, siempre va a encontrar el camino de enmedio. 

Vivir sin un principio femenino profundo da mucha inseguridad, porque estamos como desconectadas de la organicidad, de nuestro cuerpo, del principio de la vida.

¿Cómo podríamos aproximarnos a La Sabiduría?

Por ejemplo, bebiendo de las fuentes bíblicas y de los testimonios de las personas que han tenido una relación íntima y especial con ELLA, con la experiencia próxima e inmediata de la Sabiduría, la Divina Sophía.

Estudiosas de la mitología, investigadoras, arqueólogas… se afanan en esa búsqueda de lo femenino en Dios, porque lo oficial está claro que no les basta. 

La  investigadora americana, Merlin Stone, viajó durante diez años por las excavaciones del Próximo Oriente siguiendo sus huellas y escribió así de ELLA, en su libro “Cuando Dios era Mujer”.

“En algún momento de mi vida me habían dicho -y yo acepté la idea- que el sol, grande y poderoso era naturalmente adorado como símbolo masculino, mientras que la luna, símbolo de sentimiento y amor, siempre había sido venerada como femenina

Con gran sorpresa, devorando textos en las bibliotecas, descubrí relatos de Diosas Sol en las tierras de Arabia, Australia, Anatolia… y los Khasis en India.

También acepté sin discusión que la Madre Tierra se identificaba como femenina, mientras que el cielo era naturalmente masculino, hasta que supe que casi todas las deidades femeninas de Oriente tenían el título de Reinas del Cielo.

Pero lo más impactante fue descubrir numerosos relatos de Creadoras femeninas de la existencia, divinidades a las cuales se les atribuye la Creación, no solo de las primeras personas, sino de la tierra y los cielos completos. 

Existen archivos de tales Diosas en Sumer, Babilonia, Egipto, África, Australia y China.

La adoración a deidades femeninas aparecía en todas las partes del mundo y cuánto más leía, más descubría”.

La arqueóloga, Marija Gimbutas, nos dice esto de ELLA:

“Esta cultura no fue patriarcal. Fue una sociedad solidaria. Los dos sexos estaban unidos y hombres y mujeres trabajaban por el bien común. vivían en armonía. Esto duró probablemente hasta la era paleolítica.

Hasta que hordas de guerreros llegaron desde el este, allá por el 4.200 A.C. en la Europa centro-oriental.

Aquí empieza prácticamente el fin. Desaparece el arte, la hermosa alfarería pintada, las esculturas y la escritura sagrada. Fue un cambio repentino y traumático.

Mi explicación es la aparición de los proto-indoeuropeos en Europa, quienes establecieron su sociedad de clases, el sistema patriarcal y su panteón patriarcal de dioses gobernado por deidades masculinas.

Puedo decir que desde épocas muy tempranas, la Diosa fue considerada tanto la dadora de vida como la quitadora de vida.

Es interesante señalar que en esa época, las deidades masculinas constituían sólo el 3% a 5% del total de las esculturas neolíticas”.

La energía creadora femenina

Al comienzo de la cultura humana, existía la mujer y la primera concepción que tuvieron los humanos de lo divino, no podía ser más que femenina. 

La fuerza creadora femenina estaba tan cercana y era tan próxima a las fuerzas creadoras de la naturaleza que incluso regía el ciclo femenino y las fases de la luna.

La Diosa, como Gran Madre, no solo era origen de toda criatura, de todo lo que nacía y moría, sino que tenía el cosmos en sus manos, sin esa dimensión cósmica su culto no hubiera podido desarrollarse.

ELLA no es una Diosa envidiosa o autócrata. No es excluyente, sino inclusiva y a todos los completa.

ELLA no separa el cuerpo del alma, la naturaleza del espíritu, lo femenino de lo masculino, la tierra del cielo, el yo del tú o del nosotros.

Sophía está al margen de disputas teológicas. Nadie tiene que abandonar la Iglesia o darle la espalda al cristianismo para atraer a Sophía en la forma que cada uno prefiera, para quedar imbuida de ella. 

En este cambio de paradigma que hoy tanto se anuncia, el ser humano vuelve a buscar un modo más amable de relacionarse con la naturaleza, los animales y con sus hermanos. 

Sophía no sería hoy redescubierta con tanta pasión si su pérdida no hubiera sido tan devastadora para nuestra sociedad.

Carmen Enguita

He creado un espacio virtual para las mujeres, en el que invocar lo femenino, liberar tabúes, desvelar sabiduría y encarnar conocimiento:

El Club de las Artes del Mujerío

Un espacio que nos devuelve al origen de nosotras mismas, una Gran Tribu de mujeres que recorren en profundidad cada una de las energías que nos habitan para conectar con nuestro femenino profundo.

Actualmente, las puertas del Club están cerradas, pero puedes registrarte en Lista de Espera y te avisaré cuando el Club vuelva a abrir sus puertas.

Bibliografía

Libro – Sophía “Aspectos de lo divino femenino”- de Susanne Schaup
Libro – “Arqueomitología” de Joan Marler
Libro – “Cuando Dios era mujer” de Merlin Stone
Libro – “La Diosa” de Carol P. Christ

Si quieres profundizar, aquí tienes libros maravillosos también:

Libro – Diosas y Dioses de la vieja Europa de Marija Gimbutas.
Libro – El Lenguaje de la Diosa de Marija Gimbutas.
Libro – El Cáliz y la espada de Riane Eisler.

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